Días antes del Comité Confederal de
finales de noviembre, nuestro Secretario
General, ausente de casi todo, anunció su marcha “en diferido” para 2016, dando
inicio a lo que pomposamente se ha definido como “refundación” de la UGT.
Pero para refundar la UGT se necesita que
haya refundadores y por más que uno mire en Federaciones
Estatales, Uniones de Comunidad Autónoma o la propia Ejecutiva Confederal, no
se adivina ninguno.
De esas estructuras para abajo abundan los
buenos cuadros sindicales, en Secciones Sindicales o Federaciones
Provinciales, como lo demuestra que
estemos salvando el tipo en importantes elecciones sindicales aunque la sangría
de afiliación esté próxima, de media al veinte por ciento. Pero, estos
compañeros, o “pasan” del sindicalismo
orgánico lo que nos lleva a una nefasta “selección adversa de los dirigentes” o les cierra el paso una férrea ley de
hierro de la oligarquía de las organizaciones democráticas, ya teorizada por por Michaels en los años veinte del siglo
pasado.
Al final, detrás de la verborrea de los
últimos tiempos (“hay que aproximar el sindicato
a las empresas, hay que potenciar las secciones sindicales de base, hay
optimizar los recursos humanos y materiales...bla,bla,bla) queda claro lo que nuestras cúpulas
pretenden: repartirse lo que queda de la UGT entre tres Federaciones, eliminar
la estructura territorial en las provincias (a imagen de Castilla y León) y
dejar las Uniones de Comunidad en algo
testimonial.
Un
sindicato confederal no puede pivotar, en exclusiva, sobre el sindicato en la
empresa ni sobre los sectores. Eso es el modelo americano, fuerte en la empresa pero desideologizado, que no pone en cuestión el sistema. Por el contrario, la UGT tiene que seguir aspirando a transformar la sociedad y eso se
hace siendo fuerte también en la sociedad, haciendo propuestas de política
social, económica, laboral, fiscal, sanitaria, educativa...
Fui de los
primeros en escribir sobre la reducción de Federaciones, propuse a cuatro, una de Servicios Privados, una de Servicios Públicos,
una de Industria y una de Autónomos pero,
“contrapesadas” en su poder, como decía Montesquieu, por la estructura
territorial, para evitar la acumulación del poder en pocas manos, lo que suele
ser antesala de actuaciones poco democráticas.
El experimento de Castilla y León, que se
quiere convertir en general, ha sido un fracaso en términos de presencia en la
sociedad de la UGT o ¿no?
Claro que hay que refundar la UGT. Hay
que hacerla más participativa, más
democrática, más transparente y, sobre todo, más reivindicativa, más
contrapoder obrero, menos institucionalizada, menos dependiente de ese señuelo
del DIALOGO SOCIAL con el que el PP nos ha atraído a su campo, menos fotos
vergonzosas con Rajoy, para nada o casi nada...más sindicato de clase,
sociopolítico, con un horizonte de lucha para expulsar al PP de los Gobiernos.
Es preocupante oír, una y otra vez, que por lo menos aquí en Castilla y León “nos
cogen el teléfono” y que, como sindicato tenemos que negociar con el que
gobierne y por ello tenemos que ser neutrales. A mí lo que me
preocupa es para qué les llamamos por teléfono, por qué les brindamos nuestras
tribunas en nuestros Congresos y si no nos está empezando a dar lo mismo quién
gobierna...si nos siguen cogiendo el teléfono y “engrasando” los réditos del
Diálogo Social.
Hemos invertido, sobre todo en 2012, muchas
energías de lo mejor de nuestros afiliados, de los trabajadores, como para
echarlo todo por la alcantarilla y no rematar el trabajo, ya de por sí
erróneamente paralizado en 2013 y 2014 que no es otra cosa que echar a esta
derecha que nos ha expoliado.
Muchos
trabajadores, yo el primero, gente de izquierdas, empezamos a pensar que los
dos grandes sindicatos, con su parálisis sindical y sus fotitos en La Moncloa o
en la sede de la Junta, no estamos haciendo lo que nos corresponde para echar
al PP de los Gobiernos del Estado y de Castilla y León. Si hay que negociar, no
siempre es lo mejor, primero vamos a ejercer de instrumento de lucha de la
clase trabajadora y mandar a la oposición a quien más nos ha jodido en la
historia democrática de este país.
En otra
ocasión me extenderé en lo que para mí es una refundación de la UGT, para
“repartir” que no cuenten conmigo.