Hoy el comentario no es del todo mío,
sino de una compañera de trabajo, del CAMP “Virgen de la Calle”, que, como la totalidad de la plantilla, está siendo
atacada en su vida personal, laboral y familiar por las decisiones de
responsables de lo público que parece que disfrutan haciendo más difícil el
trabajo de sus subordinados, aun a costa de generar un mal clima laboral que
sólo por la profesionalidad de los trabajadores no está perjudicando a los
usuarios. ¡Qué fácil es tomar decisiones
sobre los que hacen turnos de mañana, tarde y noche los 365 días del año,
cuando uno tiene horario de mañana, de lunes a viernes y puede disfrutar de su
familia, de sus amigos todos los sábados, domingos y festivos, y hasta come en
el centro de trabajo!
Comienza
su comentario con un famoso cuento
infantil:
“Había una vez un leñador que se presentó a trabajar en una maderera. El
sueldo era bueno y las condiciones de trabajo mejor aún, así que el leñador se
propuso hacer un buen papel, ser un buen trabajador.
El primer día se presentó al capataz y,
éste le dio un hacha y le asignó una zona del bosque.
El hombre, entusiasmado, salió al bosque
a talar. En un sólo día 18 árboles.
Te felicito, le dijo el capataz. Sigue
así.
Animado por las palabras de éste, el
leñador se decidió a mejorar su propio trabajo el día siguiente. Así que, esa
noche, se acostó temprano. A la mañana, se levantó el primero y fue al bosque.
Pero, a pesar de todo su empeño, no
consiguió cortar más que 15 árboles. Debo de estar cansado, pensó. Y decidió
acostarse antes.
Al amanecer se levantó decidido a batir
su marca. Sin embargo, ese día no llegó ni a la mitad.
Al día siguiente fueron 7, luego 5 y, el
último día, estuvo toda la tarde tratando de talar su segundo árbol.
Inquieto por lo que pudiera decir el
capataz, el leñador fue a contarle lo que estaba pasando, jurando y perjurando
que se estaba esforzando hasta los límites del desfallecimiento.
El
capataz le preguntó ¿Cuando afilamos tu hacha por última vez?
¿Afilar? No he tenido tiempo,
he estado muy ocupando talando.”
Continúa su comentario: Soy una trabajadora
del CAMP “Virgen de la Calle” a la que, por cierto, le “chifla” su trabajo. A la Dirección del CAMP quiero decirles que,
con la medida que han tomado, nos han vuelto nuestra vida personal del revés.
¡Con los años que cuesta organizarla! Cada uno adaptando su trabajo, cambiando
turnos de manera que podamos cuidar de.... disfrutar de....ir a...coincidir
con...en definitiva, conciliar la vida laboral con la familiar y personal, y
ustedes en un mes nos la han dado la vuelta como un calcetín.
¿Están ahorrando personal? ¿Están ahorrando
dinero? ¿Los trabajadores son más eficientes? ¿Cómo se benefician los usuarios
de esta medida? Todas las respuestas son negativas.
Yo les pido, de todo corazón que, como al leñador del
cuento, nos ayuden a “afilar nuestras hachas”. Tenemos preparación,
vocación, ganas, ideas, paciencia, responsabilidad, cariño...pero si ustedes no
nos proporcionan las herramientas adecuadas para realizar este trabajo que, por
cierto, es bastante duro, pronto caeremos en la desesperanza, el
desfallecimiento, la apatía...¿esto sí que beneficia a los usuarios? ¿mejora el
servicio público?
Desde
mi humilde punto de vista, una Consejera, un Gerente, un Director, un Administrador,
una Responsable de área, una Coordinadora, un sindicalista, un cuidador, un
educador, un cocinero...un trabajador, en definitiva, una BUENA PERSONA, es aquella que, desde la sencillez y la humildad,
sabe reconocer que no es perfecta, que comete errores, que, a veces, aún
creyendo que toma decisiones adecuadas, las circunstancias, los hechos, le
demuestran que se equivoca.
Entonces, ¿qué hacer? Tener la valentía y
el buen corazón de rectificar, dar marcha atrás e intentar buscar una solución
mejor. Haciéndolo, todos nos engrandeceremos.
Yo
les pido que sean valientes, sean
justos, sean humildes. Sólo así se consigue ser buen político, buen
Gerente, buen Director, buen Administrador, buen cuidador, buen educador, buen
camarero...Si son capaces de dar marcha
atrás se darán cuenta de que “NO PASA NADA”, sólo habrán hecho lo correcto y
ello les engrandecerá como trabajadores, que también lo son, no lo olviden, y,
sobre todo, como personas.
Si
es así, yo y muchos como yo, pensaremos: tengo buenos jefes, ante una necesidad
personal me entienden, están a mi lado. Si todo esto sucede yo le puedo
asegurar una cosa: el día que cambien su
decisión y tomen la correcta “dormirán a pierna suelta”.
A mí sólo me queda añadir, sobre lo
dicho por mi compañera, que si no es
bastante el ensañamiento que estamos sufriendo los empleados públicos,
rebajándonos salarios, aumentando jornada y eliminando derechos nos topamos con
responsables obsesionados con hacernos más difícil todavía nuestra vida,
nuestro trabajo y, ello, ironías del destino, querida Consejera Milagros
Marcos en un centro dependiente de la
Consejería de Familia encargada de hacer posible la conciliación de la vida
familiar, laboral y personal.
Termino
con unas palabras para nuestro Director, Javier. Lo digo por experiencia,
cuando uno se jubila de algo a lo que ha dedicado su vida, no se va del todo,
deja responsabilidades pero la vocación se mantiene. Disfruta del descanso, pero sigue en
la onda.