Hemos asistido la semana pasada a múltiples resúmenes y valoraciones sobre los dos años de aplicación de la penúltima, y
más salvaje hasta el momento, reforma
laboral, ésta con la firma del PP. Los que quieren vender sus bondades, nos
dicen que no hay que medirla por el número de empleos creados sino por la
destrucción de empleo que ha evitado, que sin su bisturí estaríamos mucho peor.
Para quien ha sido un fracaso, se fija
en el aumento del paro y la no corrección de la precariedad. Los primeros, entre
los que también está la gran patronal, me parecen unos jetas de argumentario
partidista, los otros, unos ilusos que creían que los verdaderos objetivos de
la reforma eran los que venían en el preámbulo del Real Decreto-Ley de febrero
de 2012(reducir el paro, potenciar la contratación indefinida y la negociación
colectiva en el ámbito de la empresa. Incluso los grandes sindicatos inciden en
esta versión.
En los datos de nuestra provincia que, si cabe son peores que los
regionales o estatales, sí se ve que el
desempleo ha aumentado (1.970 parados más, emigrados y desanimados a
mayores), la contratación indefinida se
mantiene en poca más el 6% y han aumentado exponencialmente los contratos a tiempo parcial (más de un
30 % de los contratos de el último año), pero no es lo fundamental a la hora de valorar la reforma laboral.
Vamos
a ver, la pretensión del Gobierno del
PP, siempre fue única y clara: abrir las relaciones laborales de éste país al
liberalismo económico, dejar a los trabajadores con tan pocos derechos como se
aumentaban los del empresario. Este, con su aliado de clase, el Gobierno, desde su posición de fuerza no ya económica
sino legal, una vez desmantelada la fuerza vinculante de los convenios
colectivos, con los sindicatos dando explicaciones sobre sus errores e
intentando volver a una concertación imposible con una correlación de fuerzas
muy contraria, como decía, el
empresario, pueda imponer, ayudado por
el enorme ejercito de reserva de parados existentes, unas condiciones laborales
y salariales de décadas atrás que nos haga competitivos con… China.
La propia estadística oficial recoge datos
escalofriantes sobre el ataque a la dignidad de los trabajadores: el 56% de las
horas extraordinarias que se realizaron en 2013, no fueron pagadas. Sin
rodeos, parte de la jornada se es
trabajador y parte se es esclavo, se
trabaja a cambio de nada. Tenemos las empresas de sectores completos
(hostelería y comercio) llenas de contratos a tiempo parcial con personas que
hacen la jornada completa sin que nadie, ni la Inspección de Trabajo, pueda
hacer nada porque también éste era un
objetivo de la reforma: tener a los trabajadores parte del día sin cobrar y
produciendo. Las horas extras en
contratos a tiempo parcial, lo que no deja de ser una contradicción, se han
incrementado un 103%. Así de crudo.
En fin, más parados, con menos
prestaciones, trabajadores con salarios más bajos o como mucho congelados, y
una nueva clase social: los trabajadores pobres, los que aunque accedan a un
empleo es de tan ínfima calidad que les deja bajo el umbral de la pobreza. Así
es entendible, en términos económicos, que
aun siendo tan sencillo rebajar los salarios y empeorar las condiciones
pactadas en convenio, siga siendo mucho más interesante para la empresa el
despido. Es una buena inversión indemnizar
a un trabajador con el salario de un año, porque el que lo sustituya va a
entrar cobrando la mitad.
Amigos, este es lo que quería la reforma
laboral, trabajadores sin derechos y más baratos para competir en exportaciones
y, no tengáis dudas, conseguirá que se reduzca el desempleo registrado de forma
muy sencilla: donde había un trabajador por 1.100 euros, se le despide y se
contrata a dos a tiempo parcial cobrando por debajo del SMI y, el que no acepte
esto, pues que contribuya también a reducir el paro, con una solución
definitiva: irse fuera.
El lobby empresarial ya está trabajando por
la próxima reforma laboral, ésta para igualar los contratos temporales y los
fijos mediante un contrato único que hará a todos precarios y con una
indemnización de 12 días por año trabajado. Al tiempo.
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