En mi pueblo, Piedrasluengas, se da un dato estadístico cuando menos
curioso. Lo normal es que en un pueblo que vive de la ganadería extensiva, de
producción de carne, haya muchas más vacas que personas, ahora bien, que vivan durante todo el año 12 personas en
4 casas, y que haya 14 antenas parabólicas, puede ser un record digno del Libro GUINNESS. ¿En
qué núcleo urbano hay más antenas que personas? Admito apuestas.
Los
de la capi, a primera vista pensarán que somos tontos, para qué tener más de
una antena, o que ponemos la tele a las vacas en la cuadra, o yo que sé.
Pues
no, amigos, la respuesta es otra: tenemos que tener tantas antenas para acceder a servicios que en la ciudad vienen de
serie en los edificios.
Una
parabólica de 80 cm de diámetro, para tener teléfono. Si se puede llamar así a un mecanismo de
comunicación que hace casi imposible el diálogo entre dos personas, al
superponerse las conversaciones, a no ser que se utilice a modo de WALKIE TALKIE dando paso al interlocutor con un “cambio”. Además este sistema telefónico, cortesía de la
antigua Telefónica, no hace posible el acceso a internet sin contar con otra
“antena”. Y ya van dos.
Si
quieres poder estar comunicado, no hay otra posibilidad, porque la cobertura de
móvil ni está ni se la espera, como al final diré.
Como
teníamos derecho a ver la bazofia televisiva de la TDT, nos pusieron otra
parabólica, eso sí, algo menor, 50 cm de diámetro. No alegrarse, aparte de la
antena, se necesita, tenga la tele sintonizador de TDT incorporado o no, un
receptor especial, baratillo, de 350 euros, más que muchos televisores. Bueno,
a los vecinos empadronados se lo subvencionaron pero, amigos, por cada
televisor que haya en cada casa se necesita un “aparatejo”, 350 euros “del
ala”, y estos ya no se subvencionan. Para que la empresa suministradora del
satélite gane más, cada tele, un aparato. ¡Qué es eso de chupar la señal y
tener tres televisiones como en la urbe!
Ya
tenemos las antenas puestas, gastando más y pagando mes a mes la telefonía fija
(40 euros cada dos meses aunque no lo descuelgues) y discutiendo con la familia
a ver qué programa se vé.
Todo
arreglado, accedemos a la tecnología. PUES NO, FALTA LO UNICO IMPRESCINDIBLE:
una vara de avellano de, como poco, cinco metros con un cepillo en la punta
para limpiar las parabólicas cuando se llenan de nieve o de hielo en invierno.
Sin este instrumento de alta tecnología, todo deja de funcionar en invierno.
Antes
de verano, nos las prometíamos muy felices porque la Diputación había sacado
unas ayudas para llevar el Internet a los pueblos. Del móvil ni hablamos,
aunque algún Diputado Provincial, al que cada vez que veo le doy la turra, me
dice que están en ello.
Remate
final: en Piedrasluengas, y otros pueblos de La Pernía, ninguna compañía quiere
concursar para el suministro de Internet, porque NO SOMOS RENTABLES. Estos que
se gastan millones de euros en “Responsabilidad Social Corporativa”, no tienen
unos centenares para esto. Qué pena que a sus directivos no los pille una
nevada de un metro en el Alto el Puerto para que comprueben lo solidarios y lo
rentables que son los de la montaña. Con su criterio de coste/beneficio se
mueren congelados en la carretera. Tranquilos que los de mi pueblo siempre
acuden a salvar a la gente.
Tengo
la sensación que el problema es que,
unas decenas de personas, no son
rentables para las compañías
telefónicas porque no lo son políticamente para sus gobernantes. ¿Qué son 12
sobre un censo del Ayuntamiento de 345, cuando en San Salvador ya hay Internet
y no digamos ya sobre el total de la
provincia?
Lanzo
un reto a la Diputación y a la Junta de Castilla y León, ahora que unos y
otros, al albur de la Reforma de las Administraciones Públicas, se miden su
utilidad todos los días y se pelean por las fotos a codazos. José María y Luis
Domingo, Presidente de la Dipu y Delegado de la Junta, pónganse a ello, para
dignificar a esta gente de los pueblos más alejados de la capital. Venir a la
Feria de San Salvador y ponerse al besamanos, no tiene mérito, esto sí.
Desde
Piedrasluengas, Feliz semana, CAMBIO Y CORTO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario