En pocos días se cumplirán dos años de la llegada al Gobierno de España del Partido Popular,
mayoría absoluta democrática por medio. Justo antes de la Navidad de 2011 tomó
posesión Rajoy y, sin solución de continuidad, empezó a desplegar su política de recorte de derechos económicos,
sociales y laborales del pueblo llano, de las clases populares en una
estrategia perfectamente definida.
Ese es el resumen de estos años, de éste auténtico bienio
negro: quitar derechos a la parte más débil para no tocar o, incluso aumentar
los derechos cuando no los privilegios de los más fuertes y, a la vez, desmontar nuestro estado social que ha sido
garantía de una vida digna para la mayoría social.
Así ha
ocurrido en la relación laboral entre trabajador y empresario, instalando el
miedo en las empresas lo que ha venido muy bien para reducir los salarios. La
soñada DEVALUACION COMPETITIVA FRENTE A
NUESTROS COMPETIDORES ha llegado, aunque haya supuesto, una vez más, el
cumplimiento de esa máxima económica que dice que “la suma de las racionalidades individuales conduce a la irracionalidad global más absoluta”.
Cada empresario se las prometía muy felices viendo como rebajaba el salario de sus trabajadores, incluso aplaudía con euforia la bajada de los salarios de los empleados públicos sin darse cuenta que, esto generalizado, llevaba al mayor de los desastres: el desplome del consumo interno y destrucción, hasta lo desconocido, de puestos de trabajo.
Se adivina ya otra consecuencia de calado: el desplome de los salarios, el deterioro de las condiciones laborales de los trabajadores actuales nos garantiza una fuerte crisis de la caja de la Seguridad Social. Queridos oyentes, con salarios de 800 euros y contratos a tiempo parcial retribuidos por debajo del SMI (645,40 €/mes) no se pueden pagar las pensiones actuales ni las futuras.
La segunda “arma de destrucción masiva” apuntó desde el inicio a los otros tres pilares del Estado de Bienestar, la sanidad pública y universal, la educación pública de calidad y los servicios sociales, con la Ley de Dependencia como principal afectada. En estos campos, el argumento del liberalismo económico que encarna el PP nos ha metido en un CIRCULO VICIOSO, todo ello para que los que más tienen sigan contribuyendo poco en el mantenimiento del Estado de Bienestar y no acometer el fraude fiscal que, en tres cuartas partes, es cosa de las grandísimas empresas y la gran banca. Los menos cada vez tienen más y el resto entramos en una economía de subsistencia en la que tenemos que repagar todo.
¿Qué se ha
hecho hasta ahora? ¿Qué se nos ha dicho?
Como no hay ingresos fiscales suficientes para mantener nuestros servicios
públicos y no queremos ingresar más de los que más tienen, no queda otra que
bajar el coste de los servicios públicos esenciales con tres mecanismos:
reducir el salario de los empleados públicos y sus condiciones laborales,
establecer copagos para los usuarios al margen de su capacidad fiscal y
deteriorarlos o privatizarlos.
Si algún iluso ha llegado a creer que este deterioro de nuestra educación, sanidad o dependencia era algo coyuntural en espera de la recuperación económica y del aumento de los ingresos fiscales derivados de un mayor crecimiento económico, en las últimas semanas han empezado los anuncios de rebajas de impuestos a partir de 2015, casualmente año de elecciones. El Estado ha encargado a una Comisión de Expertos, dependientes de la gran patronal y la banca, una reforma fiscal y las Comunidades Autónomas, que son las que tienen que garantizar estos servicios públicos, han iniciado una carrera de anuncios de rebajas fiscales.
Conclusión: Como no había dinero había que recortar y, por si acaso, un futuro crecimiento nos trae dinero, bajamos los impuestos para que no haya suficiente para recuperar nuestro modelo social. Vosotros veréis, amigos oyentes si vais a comprar esta “burra” de la bajada de impuestos que, acabará siendo favorable a los que más tienen y necesitará ser compensada con una subida, para todos igual, del IVA. Yo, desde luego que no.
Sólo la progresividad fiscal es la llave de la igualdad social. Sin ella, nada se recuperará ni nada se podrá mantener. Esta es la bandera que la izquierda política y sindical tiene que enarbolar. Ya hemos sufrido, y seguimos sufriendo, la estupidez aquella de que “bajar impuestos es de izquierdas”.
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