Publicado en el El Norte de Castilla, el 22/11/2008 -
HACE unos meses se me ofreció la oportunidad de elaborar
una pequeñita parte -no más de dos folios- de la Ponencia del XI Congreso
del PSCL-PSOE que se iba a celebrar los días 20 y 21 de septiembre, referida a
la definición de las señas de identidad del partido en el entorno de una
sociedad nueva y cambiante. Tenía el objetivo de plantear de forma sucinta
las características del 'modelo de
partido del siglo XXI'. La idea que se planteaba, partiendo de las
Resoluciones del XXXVII Congreso Federal, era muy sencilla: si queremos que Castilla y León sea una
sociedad «radicalmente democrática, igualitaria y participativa», el
funcionamiento interno del partido tiene que ser, necesariamente, «acorde con
los principios de democracia deliberativa y participativa que defendemos para
la sociedad». Sólo con esta identidad será creíble el proyecto renovador
que debe llevar al PSOE, por el bien de nuestra tierra, al gobierno de Castilla
y León.
Este encargo me obligó a
recuperar algunas lecturas sobre el funcionamiento democrático de las
organizaciones políticas, sobre la tendencia
a la oligarquización (Michaels), la selección
adversa de dirigentes, el “capillismo” (Manis) o las
propuestas tendentes a reforzar la democracia
deliberativa (Skinner) y el radicalismo democrático (Petit).
Tanto los males que acechan a los partidos políticos
como las vías de profundización democrática no afectan sólo a estos sino a
cualquier otro tipo de organizaciones con fuerte componente burocrático y,
especialmente, a las organizaciones sindicales, pero ello será objeto de otra reflexión.
En las últimas semanas,
y al calor de procesos congresuales en
los que están inmersos, en sus distintos niveles, los dos partidos políticos
mayoritarios (PSOE y PP) se han producido algunas acciones y declaraciones que
me han reforzado en la necesidad, si queremos seguir haciendo crecer día a día
nuestra democracia, de aportar, esquemáticamente, unos breves apuntes sobre el retroceso democrático interno de las
organizaciones.
Históricamente ha habido una diferencia
fundamental entre el PP y el PSOE a la hora de los cambios de liderazgo:
mientras los primeros han utilizado la
cooptación, es decir, la designación del que se queda por el que se va (Rajoy
por herencia de Aznar) o, en casos de crisis, del órgano superior
(sustitución traumática de Mañueco por Carriedo en Palencia); el PSOE, por su origen de partido de masas
y su obrerismo, se ha basado en la participación democrática de los militantes.
Cuando un partido no ha sido fiel a su paradigma, han
tenido problemas de legitimidad interna y externa de sus liderazgos y de sus
propuestas electorales. No hay más
que recordar el liderazgo 'otorgado' de Almunia, derrotado por Borrell y por la
democracia interna de las primarias, o el primer mandato de Rajoy hasta el
Congreso de este año. Esto es muy grave
porque, como decía Weber, la legitimidad democrática se consigue en la elección
y no en el desarrollo de su mandato.
En segundo lugar, es frecuente el 'etiquetaje' como 'críticos'
de los miembros de las organizaciones que ejercen la libertad de opinión y
hacen propuestas, en un planteamiento maniqueo propio de posiciones
políticas criticadas, con razón, como es el nacionalismo excluyente. La discrepancia, la contraposición de
opiniones es la mejor forma de extraer todo el potencial creativo de un grupo.
Pero no sólo se deslegitima la crítica
constructiva, también los medios y ámbitos donde se realiza.
¿Cuántas veces no hemos oído expresiones como eso hay
que decirlo dentro, porque perjudica airear nuestros debates? No puedo estar de
acuerdo. En una democracia, entre el instrumento (el partido) y el destinatario
(la sociedad) no puede haber muros de piedra, como mucho, ligeras paredes y
techos de cristal.
Larga
tradición histórica
Cuando hay propuestas distintas, si se limitan los
canales internos o son muy espaciados en el tiempo (de congreso a congreso, de
reunión en reunión), si las repuestas de los órganos de dirección a cualquier
propuesta es el 'etiquetaje', es un deber democrático usar los cauces que
ofrece la sociedad de la información.
Es más, es que en el caso del PSOE, es una seña de
identidad histórica o ¿no recordamos los debates, en los medios de la época
como la carta pública, el discurso o los libros, entre Largo Caballero, Prieto,
y Besteiro?
Se ha escrito mucho
sobre la teoría de la 'selección adversa
de dirigentes' y la tendencia a la 'oligarquización' de los partidos políticos
y de los sindicatos. No me extenderé, aunque es conveniente plantear el
refuerzo que están teniendo aquí en Palencia, por medio de lo que denomino la existencia de «círculos viciosos para los
partidos, que son a la vez virtuosos para sus dirigentes», debido a la
profesionalización de la política.
¿En qué consiste? Es usual oír, yo lo he oído, “tenemos que proponer a meganito/a o
fulanito/a para diputado, senador o procurador porque son cargos internos del
partido y de algo tendrán que vivir”.
El círculo vicioso se cierra cuando, coincidiendo con
los congresos, se dice “hay que elegir
para los cargos fundamentales de la ejecutiva o la junta directiva a estos/as
porque como son diputados..., y cobran por su cargo, pueden dedicarse al
partido”.
¿A dónde conduce? A la selección adversa de los
que llevan años dedicados profesionalmente al partido, a la endogamia pero
también al desapego social, al descrédito de la actividad política y 'al todos
son iguales', especialmente negativo, en términos de audiencia electoral, para
las organizaciones de raíz obrera.
También están sucediendo
fenómenos de patrimonialización de los
medios y datos de los partidos en los últimos tiempos que suponen un vicio
de origen a las decisiones últimas de los Congresos. Candidatos del PP en León
y Burgos que se tienen que encerrar en la sede para que les den los censos o
dar una rueda de prensa en un hotel porque no lo pueden hacer en la sede o
aquí, en Palencia, listas en la elección de candidatos que hay que presentarlas
con veinticuatro horas de antelación y, lo que es más grave, ante el órgano
directivo que, puede llegar a ser juez y parte o, no dar información sobre
quienes son los Delegados o compromisarios a un Congreso cuando su aval es
necesario para optar a ser candidato (otro
círculo vicioso para la democracia interna y virtuoso para los dirigentes:
necesitas avales si quieres presentarte, pero no puedes evaluar tus
posibilidades de presentarte porque desconoces quién te pueden avalar).
Cambio en los partidos.
Para terminar, estas
pequeñas reflexiones que sólo pretenden aportar alguna solución a la democracia
interna, mediante el contraste con las malas actuaciones, a la legitimidad en
origen de los dirigentes y de éstos para con la sociedad, me gustaría plantear una paradoja que encierra un posible mal uso de lo
de todos, de los aparatos administrativos.
Estamos asistiendo a un cambio en la caracterización
de los dos grandes partidos políticos. El PSOE, en origen partido de masas y de
militantes, está deviniendo en un partido de cuadros cuando no de elites
endogámicas y, por el contrario, el PP de partido de minorías se está
convirtiendo, aquí en nuestra tierra, en un partido de masas, de concejales,
diputados provinciales, etc., que es a la vez causa y consecuencia del
exagerado número de municipios de nuestra Castilla y León y de Palencia.
¿Acaso el desenlace del
congreso provincial del PP no se podría
calificar como un mejor uso de los instrumentos de poder de la Junta que de los de la Diputación Provincial ?
No es buena práctica utilizar las posiciones institucionales -no los recursos
de todos- para garantizarse el poder interno en un partido.
Espero que estas reflexiones, basadas en la
constatación de realidades, no me supongan sufrir el etiquetaje de los
próximos, de los míos, ni que se molesten los adversarios ideológicos.
(NOTA añadida: Es evidente, por lo ocurrido en estos
seis años, que los próximos, aquí en Palencia, me etiquetaron. Los adversarios,
de ideología política, no tengo constancia que se molestaran más allá de alguna
mala cara).
(*) El título original, que se recortó para su
publicación en prensa, era “Sin
democracia interna, el sistema democrático se resiente”