El sábado se ha conmemorado el Día Internacional de la Mujer Trabajadora,
de la mujer a secas para las
Administraciones tan dadas apropiarse de los símbolos pero vaciándoles de todo
contenido reivindicativo, olvidando el origen laboral y trágico de esta fecha,
la muerte quemadas vivas de 129 trabajadoras en huelga en una fábrica textil de
Nueva York en el año 1911 cuando el empresario las cerró con candado las puertas.
Como
todos los años, se publican abundantes y
acertados estudios que coinciden en lo esencial, la desigualdad salarial con los hombres, la mayor precariedad absorbiendo más del 80 % de los contratos a
tiempo parcial no voluntarios, menores prestaciones por desempleo y, en el futuro, una condena, en el mejor de
los casos, a pensiones de subsistencia cuando no una de viudedad al no haber podido reunir las
cotizaciones necesarias. En definitiva,
son más pobres y lo serán hasta el fin de sus días.
Aun
siendo preocupante estas injusticias comparativas, con la crisis económica y de empleo como disculpa más que como
causante, se está llevando a las mujeres a algo mucho más peligroso, a un
retroceso social y cultural de décadas del que no va a ser fácil volver. Por cierto, muy del gusto de una visión
conservadora de la sociedad. Cuántas mujeres que han perdido sus empleos no
van a volver a trabajar, cuántas ante la escasez de ingresos en el hogar y sin posibilidades de trabajo han vuelto a
ocuparse de sus padres, de sus abuelos, de otros familiares sacándolos de las
Residencias para ahorrar, para hacer algo en beneficio de la familia, cuántas
se han visto otra vez con la profesión, entre comillas, de amas de casa,
dándose de bruces con el pasado. Por no hablar de la discriminación a
mayores que sufre la mujer rural.
Si la crisis las está arrebatando el
futuro, dándolas una patada hacia atrás, el Gobierno del PP quiere rematarlas,
quitándolas la decisión sobre sus embarazos, incapacitándolas en la práctica. Antes necesitaron la firma del marido para
abrir una cuenta bancaria o trabajar, hoy el Estado, por mor de Gallardón,
aspira a apropiarse de sus “vientres procreadores”.
Cruel ironía que cuanto más mujeres hay en
los lugares dónde se hacen las leyes, dónde se toman las decisiones
políticas (el 36% en las Cortes Generales, más del 40% en los Parlamentos
económicos, un número considerable en los Gobiernos) menos avances, o para ser más exactos, más retrocesos se producen.
Hasta en el lenguaje hay retroceso, de
la igualdad efectiva de la Ley de 2007 pasamos a la igualdad de oportunidades
entre hombres y mujeres, para terminar
tapando interesadamente la mayor de las
desigualdades, la que se da entre los que más tienen y los que menos, como si
todos partiéramos de las mismas condiciones en origen.
¿Quién lo tiene peor, quién va a tener
menos oportunidades, la hija del de ZARA, décima fortuna mundial ella solita, o
el hijo de un trabajador de la hostelería por muy hombre que sea? No conviene
olvidar esta desigualdad, origen de las restantes.
Vuelvo
al principio, al origen de le celebración,
el martirio de los débiles, como en el Día del Trabajo, el 1 de mayo, para mostrar mi indignación de los actos
convocados en Palencia por la Administraciones Públicas.
Esto es como hace años los 23 de abril, el
Día de la Comunidad, el pueblo llano en Villalar y la Junta dando premios, en
su palacete.
Un manifiesto que ni menciona el principal
ataque a las mujeres, la reforma del aborto, olvida la violencia de
género, donde las injusticias no son
culpa de nadie y los problemas se solucionarán por generación espontánea o
cuando Dios quiera.
En
fin, la demostración femenina en el
Teatro Ortega que me recuerda los Primeros de mayo, día de San José Obrero, en
el Santiago Bernabeu con autobuses llegados de toda España. La representante de la Junta hablando del
Banco Mundial, mientras en los centros de su Consejería se hace la vida
imposible a las mujeres trabajadoras, impidiendolas conciliar vida laboral,
familiar y personal. Que se de un paseo por el CAMP “Nuestra Señora de la
Calle” si quiere ver mujeres trabajadoras y discriminadas. Qué jeta.
OTRO ATROPELLO A NUESTROS MINEROS.
Termino anunciando una injusticia más
del Gobierno de España con nuestros mineros, la semana en la que Palencia
enterró parte de su historia, cerrando el último pozo minero. El muerto al hoyo, y el vivo al bollo.
Quiero decir, los mineros al paro, sus hijos, sus pueblos sin futuro y, los
alcaldes, al bollo, a seguir derrochando Fondos MINER para hacer Ayuntamientos,
puentes, piscinas o lo que haga falta.
Pero, me desvío, de lo que quería denunciar.
Tenemos miles de prejubilados mineros en España, unos cientos en Palencia a los que entre su empresa y el Gobierno les están rebajando sus
emolumentos en más de 300 euros mensuales sobre lo firmado en los contratos de
prejubilación. No se conforman con no aplicarles el incremento del 1,5% anual firmado, sino
que en 2013 les han aplicado una
revisión salarial a la baja. El ministro Soria quiere que le devuelvan un 1,2%
porque la inflación se quedó en el 0,3%. Hay dos sentencias favorables a
los prejubilados, pero no se aplican. Cada día tengo más claro que el
exterminio de la minería por el PP, que la humillación de los mineros, con el
silencio cómplice de los Alcaldes, es un ejercicio ideológico de la derecha
política, contra su cultura, su solidaridad de clase, que le viene muy bien a
los intereses de las Eléctricas.
Compañeros
de los sindicatos mayoritarios, aquí hay tajo, a dar asambleas, a informar, a
la presión y a la movilización. A lo mejor de la clase trabajadora, a los que
tantos derechos pelearon para todos, no se les puede abandonar.
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